No se pueden pedir peras al olmo.
Y en este dicho popular queda resumido uno de los grandes dilemas (de la vida). Aprender a esperar de los demás lo que se puede esperar (y no otra cosa). A veces nos comportamos de una forma tan estupida. Como si nos sentásemos bajo la sombra de un (hermoso) olmo a esperar que maduren sus peras (para poder disfrutar su dulce y jugosa carne). Yo soy el primero que lo hace. Espero que las personas se den cuenta de ciertas cosas cuando (evidentemente) no pueden. Las razones pueden ser muchas y variadas (aunque lo cierto es que no pueden). Así que aprenderé a ver a los olmos como tales y a disfrutar de sus frutos voladores. Las sámaras. Que no se comen (pero tienen forma de bolboreta).
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